Una de las cosas que más me gusta de febrero es la larga lista de eventos que el mundo del cine celebra estos días para premiar a los mejores del año. Soy de las que no me pierdo ni los Oscars, ni salvando las distancias, los Goya, y sin duda alguna el momento que más me gusta es el de la alfombra roja. Disfrutar de las estrellas enfundadas en diseños de alta costura y luciendo sus mejores galas que, para mi pesar, cada año van perdiendo más glamour. Un ejemplo claro de que la elección de las actrices es cada vez menos atrevida y elegante es el vestido que lució Jennifer Lawrence de Christian Dior Couture, objetivo de todo tipo de burlas en las redes sociales, y para mi gusto soso y nada favorecedor.
No acabo de creerme que con todos los diseñadores esperando a vestir a lo más granado del celuloide, las protagonistas del evento sigan decantándose en su mayoría por un sobrio vestido negro o sin encanto que hace que observar a las actrices en la alfombra roja sea cada vez más aburrido. Por eso, me he acordado del color rojo. Asociado con la elegancia, la seducción y, porque no decirlo con la felicidad y el pecado. Ya en la Antigua Roma las mujeres teñían las telas con las que confeccionaban sus ropas de rojo púrpura y poco a poco se fue descubriendo el potencial seductivo del rojo. Por algo es el color fetiche de Valentino y una elección llena de ventajas que nunca pasa de moda.
Un vestido rojo no debe faltar nunca en la recámara de nuestro armario. Y si me he acordado de él y lo he echado tanto de menos sobre la alfombra, también roja, es por la fascinación que desprende y que hace que todas las cabezas se giren a su paso. Gracias al rojo la princesa Letizia acaparó todas las portadas en la boda de los príncipes de Dinamarca, después de su sobria presentación con un traje blanco de chaqueta, dejó a más de uno con la boca abierta eligiendo este color para acudir a su primera boda real. Tan espectacular como el vestido rojo de John Galliano que lució la modelo Heide Klum, con el que alcanzó el pódium de las mejor vestidas de los Oscars, y como olvidarse de lo impresionante que estaba Julia Roberts en la película Pretty Woman con un vestido rojo palabra de honor con el que su personaje enamoraba a Richard Gere.
La mayor parte de las actrices que han apostado por este color para lucirse en un evento han salido airosas y, en muchos casos, han acaparado todas las miradas. No hace falta escotes imposibles, transparencias o tejidos especiales, si eliges este color tienes muchas posibilidades de triunfar. Un ejemplo de ello es el traje de chaqueta y falda de Nina Ricci que lució Penélope Cruz en uno de los eventos para promocionar su última película 'El Consejero', tapada desde el cuello hasta la rodilla y sin grandes florituras todo los expertos en moda le dieron la mejor nota, única y exclusivamente, por elegir el rojo, el mismo que lucimos radiantes en nuestros labios para una ocasión especial. Así que menos negro y sobriedad y más color y pasión que es lo que, en estos tiempos de crisis, más necesitamos.
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